Escrito por José Luis Castillo.
Todas las reacciones químicas que tienen lugar en
el interior de una célula, sí; pero solo las catalizadas (es decir, buscadas,
elegidas). Hay más reacciones químicas, claro que sí. Algunas espontáneas,
otras inducidas por la existencia de algún factor en el medio. Pero no forman
parte del metabolismo si no están catalizadas, es decir, elegidas y conectadas
entre sí, organizadas en un entramado de moléculas que son productos de una reacción
y reactivos de la siguiente.
El metabolismo busca dos objetivos: exprimir la
energía almacenada en moléculas, en sus enlaces y en sus electrones
disponibles, para reducir a otras moléculas; y construir moléculas nuevas,
propias, a partir de las que se tomen del medio. Parecen objetivos
contrapuestos. Arruinar una estructura química y edificar otra. No son
contrapuestos, no. Son complementarios. Y me dan lo que necesito cuando lo
necesito. Energía y materia. Convirtiendo la una en la otra.
En una bacteria típica pueden estar sucediendo
unas 1.000 reacciones químicas habituales. Ese es su metabolismo. Y todas ellas
suceden en el mismo compartimento. Pequeño, concentrado. Las 1.000 reacciones
tienen que ser compatibles entre sí, porque las condiciones químicas y físicas
son las mismas para todas ellas. Esa es la dificultad de las procariotas. La
obtención de energía es un objetivo ineludible para todo ser vivo, dado que es
un sistema que se mantiene lejos del equilibrio. A él dedica toda una serie de
reacciones químicas encadenadas (rutas metabólicas). Que, agrupadas, reciben el
nombre de catabolismo. Para lograr ese objetivo de conseguir energía, cualquier
ser vivo sigue alguna de estas dos grandes estrategias (ocasionalmente, en
algunos casos, ambas): la litótrofa y la organótrofa. En la primera, se
introduce energía en moléculas inorgánicas que se capten del medio; dicha
introducción puede ser mediante energía luminosa o energía química contenida en
moléculas del medio. En la segunda la energía procede de moléculas ya
orgánicas, ya creadas por otro ser vivo, que se captan.
Al tercero de esos objetivos se le llama
anabolismo. Que es otro conjunto de reacciones químicas, pero destinadas a
construir biomoléculas a partir de la energía antes extraída. Aunque la
separación entre catabolismo y anabolismo no es exhaustiva. Muchas rutas son
reversibles en todo o en parte. Y funcionan tanto oxidando, y ordeñando la
energía, como reduciendo, e incorporándola. A esas rutas que funcionan en ambas
direcciones se las llama anfibólicas.
¿Te parece complejo, abstracto, complicado? Eso
es porque no puede ser más sencillo. Mejor dicho. Porque tú no puedes ser más
sencillo. Sin dejar de ser tú, sin dejar de vivir. Y es que todas esas
reacciones están pasando ahora mismo en tu cuerpo. Y vienen pasando desde que
naciste. No, no… Desde antes. Desde que fuiste una célula, un cigoto. Y
seguirán pasando. Hasta que mueras. Incluso algunas reacciones químicas de
algunas células se mantendrán un tiempo después de que tú mueras. Y, si dejas
descendencia, si tienes hijos e hijas, tus óvulos o tus espermatozoides les
habrán legado todo ese entramado de reacciones químicas.
Palabras
clave
Biomoléculas: moléculas constituyentes de los seres vivos.
Los cuatro bioelementos más abundantes en los seres vivos son el carbono,
hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, representando alrededor del 99% de la masa de
la mayoría de las células
Anfibólicas: que contienen anfíboles, es decir, minerales de la clase de
los silicatos, grupo inosilicatos.
Ingrid Montero y Dani Paris
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